La sardina es un pescado azul graso que contiene casi 8 gramos de grasa por cada 100 gramos de carne y es una fuente bastante buena de omega-3, este nutriente es esencial para preservar la masa cerebral conforme vamos envejeciendo, además de que aumenta la fluidez de la sangre, lo que puede disminuir el riesgo de aterosclerosis y trombosis.

Por este motivo, puede ser interesante el consumo de sardinas y otros pescados azules para nuestra salud. Su contenido proteico también es elevado.

Otros nutrientes que contiene este alimento serían algunas vitaminas del grupo B como la B2, B3, B6 y B12.

Estos nutrientes intervienen en numerosos procesos del cuerpo, que son de gran importancia, como la formación de glóbulos rojos, la síntesis de material genético, la producción de hormonas sexuales, etc.

En cuanto a los minerales, la sardina contiene fósforo, selenio, potasio, magnesio, y hierro en cantidades más discretas. El fósforo está presente en los huesos y dientes, interviene en el sistema nervioso y en la actividad muscular. El selenio participa en el metabolismo de las grasas y en el sistema inmunológico.

Las sardinas en lata presentan un contenido de calcio muy importante, ya que se consumen junto con la espina. En concreto, aportan unos 314 miligramos de calcio por cada 100 gramos.